Los tiburones son peces de muy amplia distribución mundial. Cada océano y cada mar, está representado por uno o varios tipos de tiburones con características adecuadas a su entorno. El agua salada es el hábitat que suele caracterizarlos, pero pocos saben que ciertas especies evolucionaron para adaptarse a ríos y lagos de agua dulce.
El mejor ejemplo lo observamos con Carcharhinus leucas, mejor conocido como tiburón sarda, quien es uno de los principales depredadores de los estuarios del Amazonas, entre otros cuerpos de agua aledaños.
El extenso número de especies de tiburón, que se estima en alrededor de 470, es una muestra de la capacidad de adaptación que tienen. Cada tiburón vive en un específico rango de hábitat, a una temperatura determinada, así como a una profundidad, salinidad y luminosidad ideal para que puedan desarrollarse de manera exitosa.
Sus movimientos geográficos dependen de las zonas de crianza, las migraciones, y sobre todo, de la abundancia de presas, pues de acuerdo con esto, un tiburón podría modificar sus rutas migratorias hacia nuevas zonas con suficiente cantidad de comida. Por si fuera poco, las características anatómicas que posean también son importantes, pues hay quienes toleran aguas gélidas mientras otros solo pueden mantenerse dentro de límites tropicales y deberán buscar la manera de satisfacerse sin arriesgar la vida.
Las migraciones de los tiburones han sido poco estudiadas por los científicos. Pero se sabe que no todas las especies migran y que las que lo hacen, varían en distancias. Aparte de la disponibilidad de alimentos, los ciclos ambientales y las etapas reproductivas tiene relación con el cambio de hábitat de los tiburones. Por ejemplo, muchas hembras se alejan para colocar huevos o tener a sus crías.
Existen tiburones cuya presencia es más frecuente en zonas costeras; otros que prefieren las partes profundas del mar abierto y unos más los fondos oceánicos. Cabe recordar que no todas las zonas costeras son de bajas profundidades, en especial alrededor las islas donde a pocos metros de profundidad ya pueden acceder los animales marinos de gran tamaño. Las criaturas que viven en mares abiertos, ya sean tiburones, delfines o cualquier criatura, son llamadas pelágicas, mientras aquellos que optan por el fondo marino se conocen como bentónicos. Como ejemplos de estos últimos podemos mencionar las estrellas de mar o las langostas.
La profundidad a la que se desplazan los escualos es variable pero se mantiene dentro de un rango que no suele superar los 3,000 metros de profundidad. Solo un especie conocida como Pailona (Centroscymnus coelolepis) llegó a 3,675 metros y gracias a ello se ha convertido, hasta hoy en día, en el tiburón con mayor capacidad de profundidad en todo el mundo. Esto es extraño, pues, los demás condrictios se mantienen muy cerca de la superficie por la abundancia de comida que ahí pueden obtener. Es decir, cardúmenes y plancton se reúnen a pocas profundidades y esto es atractivo para especies que forman parte de la dieta de los tiburones. Quizá algo más interesante guardará el pez Pailona para adentrarse a las profundidades.
Algo que caracteriza a los tiburones de depredación carnívora, un tanto más voraz, es que suelen encontrarse en la calidez de las aguas tropicales. Por ejemplo, el gran tiburón blanco (Carcharodon carcharias) sí puede vivir en aguas templadas, pero su presencia en lugares como Sudáfrica, la isla Guadalupe, Hawái o Australia, se ha vuelto emblemático para el turismo profesional. No se diga del tiburón tigre (Galeocerdo cuvier) que es exclusivo de este tipo de aguas de temperaturas más elevadas o el tiburón azul (Prionace glauca) que a pesar de tener la resistencia para llegar a zonas frías, domina las aguas tropicales.
Un punto que debemos tener muy en claro, es que los tiburones no son predecibles. Con frecuencia suelen salirse de sus límites conocidos y explorar en aguas distintas que muchas veces son parte de lugares turísticos. Esto sin duda, crea conflictos entre humanos y criaturas donde es necesaria la intervención de autoridades correspondientes para estudiar los hechos y dar una correcta solución donde ambas partes se vean beneficiadas.
Distribución y modo de vida
La distribución y hábitat de los condrictios se relaciona estrechamente con todo su modo de vida y con sus características físicas y metabólicas, pues la adaptación al ecosistema donde pasan la mayor parte de su tiempo, les permite evolucionar de tal manera que puedan cumplir mejor sus requerimientos diarios. Por ejemplo, aquellos que viven en ambientes polares, como el tiburón de Groenlandia (Somniosus microcephalus), tienen un gran cuerpo pero un metabolismo muy lento debido a las bajas temperaturas. De igual forma, este ejemplar de Groenlandia cuenta con unos ojos muy pequeños que no proveen una gran vista, lo cual no es muy necesaria para su tipo de actividades. A cambio de eso, tiene un poderoso olfato y un nado sigiloso que le permite cazar sin gastar mucha energía.
Por el contrario, el tiburón limón (Carcharhinus acronotus) que se destaca por aparecer en aguas tropicales y subtropicales de América, tiene un cuerpo pequeño y veloz que se relaciona también con su tipo de alimentación, en el cual predominan peces y cefalópodos, animales que son abundantes en las líneas costeras del Nuevo Mundo.
Es así como con cada especie podemos encontrar muchas relaciones entre comportamiento, modo de vida y el tipo de hábitat en el que se maneja. Cada etapa y cada ciclo, se desenvuelven gracias a los estímulos de su entorno natural.